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lunes, 14 de febrero de 2011

Amantes de los libros. Una encuadernadora: Martha Romero

Por: Alejandra Guerrero Esperón


Existen ciertas cosas que de tan cotidianas, solemos dar por hecho su existencia y no nos detenemos a pensar en como han llegado hasta nosotros, mucho menos con la vorágine de transformaciones que la tecnología ha traído a nuestras vidas. Los libros se ubican perfectamente en esa categoría de cosas de las que no nos preguntamos su origen, o cuando lo hacemos solemos darle el crédito solo a la parte más obvia de su creación, en este caso a “los autores”. Pero resulta que los libros son mucho más que textos concebidos por mentes privilegiadas que saben dar uso a las palabras. Los libros son artefactos complejos en los que intervienen diversas capacidades, creatividades y afectos no solo del autor, sino de una gama de profesionales igualmente comprometidos en su creación: editores, correctores, diseñadores, ilustradores, tipógrafos, formadores, impresores, y un largo etcétera; muchos de esos involucrados han acompañado al libro a lo largo de su historia y han tenido que adaptarse a su evolución constante; sin embargo existe uno cuyas funciones más trascendentes han dejado de considerarse imprescindibles, al menos para el libro contemporáneo: estamos hablando del encuadernador.

Y no significa que los libros hoy en día no se encuadernen, sino que los procesos para hacerlo —al menos en la abrumadora mayoría de lo que hoy se publica— se han industrializado prácticamente por completo; la esencia de este gran oficio ha quedado relegada a ediciones lujosas, de colección o conservación de libros antiguos.

La tendencia en la producción y el comercio de los libros ha llevado a que cada día sea más escasa la práctica de la encuadernación de calidad; por fortuna aun existen personas interesadas en el oficio, en desempeñarlo con la dignidad y profesionalismo que merece el ser los mayores aliados de que las palabras y los pensamientos se conserven en el tiempo. En México contamos con una encuadernadora en toda la extensión de la palabra: Martha Romero, quien además de ser química farmaco bióloga, estudió encuadernación en la Escuela Nacional de Artes Gráficas, se especializó en restauración de libros en L’instituo per l’arte e il restauro en Italia y actualmente está concluyendo su doctorado en conservación de libros por el Camberwell College en Inglaterra, formación que la ha dotado de un profundo conocimiento del libro, su anatomía, su historia y su preservación, pero sus méritos académicos dicen poco de la labor que con pasión ha ejercido desde hace ya varios años, no solo practicando el arte de la encuadernación magistralmente, sino como formadora de muchas generaciones de encuadernadores y restauradores de libros, que como un ejército de salvación trabajan para prácticamente todas las bibliotecas de nuestro país y ayudan a garantizar el resguardo y conservación de nuestro valioso patrimonio bibliográfico.

Martha ha trabajado para instituciones importantes como la Biblioteca Nacional, la Biblioteca Central de la UNAM y la biblioteca Miguel Lerdo de Tejada, entre otras, su trabajo de encuadernación artística ha sido expuesto en Canadá, España, Suiza y Alemania. Es profesora titular del seminario taller de conservación de material bibliográfico en la ENCRyM, imparte la materia de conservación en el Colegio de Bibliotecología de la UNAM y cuenta con su propio taller “El Maromero” donde generosamente imparte cursos a quien se interese en aprender el oficio de la mano de una verdadera maestra.

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