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jueves, 3 de febrero de 2011

Amantes de los libros. Un escritor: Juan José Arreola

Por: Raúl Veladíz


Todo escritor, todo hombre de letras, todo amante de las ideas, ama por naturaleza y por lógica a los libros; Juan José Arreola aprendió a amarlos desde la parte más elemental y esencial de su existencia material. Fue el cuarto de catorce hijos y nació (Zapotlán Jalisco, 1918) en un convulso y post revolucionario México en pleno conflicto cristero; al no poder asistir a la escuela por pertenecer a una familia católica y considerarse una herejía el asistir a una laica, se vio obligado a trabajar siendo todavía un niño en el taller de encuadernación de don José María Silva, ahí aprendió a mirar el papel, los hilos, las guardas, a cuidar los libros para acercarlos lo más posible a la eternidad. Posteriormente trabajó en la imprenta del Chepo Gutiérrez, continuando su contacto con el papel y la tinta.

Aunque la formación de Arreola fue autodidacta casi por completo, él recordaba que su amor por la lectura nació gracias a un profesor, José Ernesto Aceves, quien le mostró la belleza de la poesía y es a partir de esa influencia decisiva, que ayudado por su memoria prodigiosa capaz de recordar sin titubeos poemas de principio a fin, caminaría por la vida recogiendo las palabras de autores de lejanas latitudes geográficas y temporales para nutrir las propias.

Amante como era del teatro y de la escena, incluso lo dejó todo para incorporarse al teatro del Instituto Nacional de las Bellas Artes, Arreola era un histrión natural. En Zapotlán siguió explorando profesiones y de paso cultivando su amor por las letras que por fin le permitieron publicar su primer cuento Hizo el bien mientras vivió en la revista Eos y fundar la revista Pan, entre otros con Juan Rulfo.

Después de un revelador viaje a París y de haber trabajado tres años como corrector de pruebas en el Fondo de Cultura Económica, publicó Varia invención en 1949. Posteriormente gracias a una beca de la fundación Rockefeller publicaría en 1952 Confabulario su obra cumbre, ganadora del Premio Jalisco en Literatura y en 1959 su no menos alabado Bestiario.

Fue director de la Casa del Lago —que hoy lo homenajea llevando su nombre— donde organizó concurridas tertulias y lecturas en voz alta, además de torneos de Ajedrez del que era un apasionado jugador.

Recibió distinciones como el Premio Xavier Villaurrutia, el Premio Nacional de Lingüística y Literatura en 1976, el Premio Nacional de Periodismo, Premio Nacional de Programas Culturales de Televisión, la condecoración del gobierno de Francia como Oficial de Artes y Letras Francesas, Premio Universidad Nacional —el honor más grande al que puede acceder un universitario— y el Premio Juan Rulfo en 1990.

Aunque relativamente es escasa su obra literaria, su mayor mérito reside en el hecho de haber sido un gran promotor y amante de la lectura y los libros. Fue un escritor que trascendió a su oficio y se convirtió en un portavoz de sus propias historias, reflexiones, y poemas, pero también de la obra de autores inmerecidamente olvidados que gracias a su generosidad y visión lograron un espacio en medios como la radio, la televisión y por supuesto en la prensa escrita. Juan José Arreola murío en su natal Jalisco en el 2001, su obra sigue tan viva como la imaginación de su creador.

1 comentario:

  1. ¿Qué más se puede decir cuando todos repiten secas biografias y parecen haberlo dicho todo?

    Arreola confeso no haber tenido tiempo para ejercer la literatura, y a la vez se considero un amante del lenguaje y de todos aquellos por sus medios expresen el espíritu"

    En fin, Escritor es aquel que se ejerce en el papael, Poetas son aquellos que no necesitan de ello.

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