E L   M U N D O   D E   L O S   L I B R O S   E S   D E   U N A   R I Q U E Z A   I N S U P E R A B L E   Y   S U   H I S T O R I A

    D E B E   S E R   C O N O C I D A ,  C O N T A D A   Y   E N R I Q U E C I D A   P O R   L O S   D I S E Ñ A D O R E S .


viernes, 25 de febrero de 2011

Amantes de los libros. Un tipógrafo: Frederic Goudy

Por: Armando Pineda


Libros, letras, tipografía y tipógrafos, que relación idílica más normal. Pareciera que al hablar de tipógrafos queda claro que todos ellos son amantes de las letras, y por ende, de los libros. En cierta medida esta afirmación es cierta, pero, incluso en esta selecta comunidad algunos personajes sobresalen por su enérgica pasión y amor a este mundo de ideas impresas sobre papel.
El amor de los tipógrafos hacia los libros es hasta cierto punto normal y equivalente a cualquier sentimiento carnal, no sólo por que los libros transportan ideas, si no por que estas ideas toman como cuerpo las letras, aquellas encarnaciones del trabajo y la pasión de estos apasionados diseñadores, y para muestra un botón… Goudy, tipógrafo, editor, impresor y amante desmedido de los libros.
Tal vez sea Frederic William Goudy uno de los diseñadores de tipos más apasionados que ha brindado la historia, su relación con los libros siempre marcó y guió su vida por completo. Nació en 1865 en Illinois, Estados Unidos y a una edad relativamente temprana ya trabajaba en el departamento de libros raros de la editorial A.C. McClurg, donde conoció de primera mano algunas de las mejores ediciones de las imprentas privadas inglesas —menuda coincidencia—, ejemplares que exponían el trabajo tipográfico europeo más cuidado de la época. Tal vez estos especímenes despertaron en Goudy el interés por el diseño de tipos y en 1896 diseña su primer alfabeto, Camelot, por el que recibió como pago solamente diez dólares, pero eso no repercutió en el ánimo de Frederic.
Siete años más tarde funda con Will Ranson y su esposa Bertha Village Press, cuya primer publicación es un ensayo dedicado a uno de los máximos exponentes del movimiento Arts & crafts: William Morris. Desafortunadamente cinco años después un incendio terminó con la editorial y Goudy tuvo que contener su ánimo intelectual y trabajar como registrador en una empresa inmobiliaria, aunque no dejo de diseñar tipos y para 1920 contaba ya con al menos cuarenta tipos diseñados.
A pesar del primer fracaso con la editorial y siempre de la mano de su esposa, en 1924 vuelve a fundar Village Press pero ahora en Nueva York. Goudy siempre repudió la forma mecánica en que las fundidoras comerciales interpretaban sus tipografías diseñadas a mano, por lo que en 1925, creó su propia fundición tipográfica, en la que él mismo trabajaba las matrices; cabe destacar que desde 1920 era Director de Lanston Type Co, que desde 2004 es parte de la fundición de tipos T22.
Fue en el año de 1939 cuando Village Press fue víctima de un segundo incendio que arrasó con todo nuevamente: editorial, taller de composición, encuadernación, imprenta, maquinaria, estudios de diseño y bocetos completamente destruidos, este golpe fue devastador y Goudy ya no intentó levantar de nuevo su proyecto editorial; dedicó el resto de su vida al diseño de letras, a la escritura, la lectura y a la docencia, hasta 1947, año en que falleció a la edad de 82 años.
Después de este vulgar recuento de daños, dígame usted apreciable lector si Frederic Goudy no fue en verdad un amante inagotable de los libros, de todo el proceso de su creación y no sólo de la tipografía como normalmente se piensa. Al margen del presente, tal vez valdría la pena replantear la dirección y dedicar a Bertha Goudy este texto, una amante silenciosa de los libros y sólida pareja del emblemático Goudy.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Amantes de los libros. Un ilustrador: Carlos Palleiro

Por: Blanca Canseco


Un activista del lápiz y del boceto, creador que se manifiesta a través del “diseño de ideas” en un conjunto de formas multicolor, así es Carlos Palleiro. un inquieto ilustrador nacido en Montevideo, Uruguay en el año de 1945. Gráfico antes que diseñador, va perfilando su estilo inspirado en la gráfica europea, en especial el diseño polaco de coloristas como Jan Lenica o Roman Cieslewicz. Su mano ha dado un particular estilo a proyectos de todo tipo (culturales, comerciales, artísticos, etc.) como los realizados para Imprenta AS, o para la campaña electoral del Frente Amplio
en 1971, el Club de Teatro de Montevideo, Arca
 Editorial, Ediciones Pueblos Unidos, el Centro de
 Navegación Transatlántica, Ediciones de la Banda
Oriental, Calicanto Editorial, entre otros. Es muy reconocido el logotipo que desarrollara para el Canal 12 de Montevideo.


Desde 1976 radica en México, país que lo acoge del exilio y que se ve recompensando por el sello de su gráfica. Palleiro proyecta y rescata en cada trazo el color de la tradición latinoamericana, con un estilo único que ha mantenido al paso de los años, en el que a la vez existe una clara evolución; diversos soportes son testigos fieles de su obra, libros, discos y carteles. Trabajó para la Universidad Autónoma de México, Unidad Xochimilco,
el Instituto Nacional de Bellas Artes, el Centro Cultural San Ángel, el Instituto Mora, el Fondo de Cultura Económica, la editorial Armonía (Kena), Editorial Pangea, Discos Fotón, Discos Pueblo, Discos Pentagrama, Editorial CIDCLI, Editorial Obsidiana, Editorial Comunicaciones Técnicas Mexicanas, Instituto Nacional de Ecología, El Colegio de México, Filmoteca de la UNAM, Tribuna
de la Juventud, PROCINEMEX, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Sociedad Mexicana de Ciencias Fisiológicas, Editorial El Ermitaño, Redacta. Servicios Editoriales, Instituto Nacional de Salud Pública, Aguilar Mexicana
de Ediciones, Cineteca Nacional, NAFINSA, SEDUE, SEDESOL, las revistas Arte, Sociedad e Ideología, Dicine, Zona Sur, Latinoamérica Hora Cero y Cuadernos Americanos. Esa intensa actividad con el mundo editorial lo llevó a ser el director artístico de los libros de texto gratuitos de la Secretaría de Educación Pública.

Digno de admiración y reconocimiento Carlos Palleiro nos obsequia en su libro “Que treinta años no es nada” parte de lo que ha sido su producción gráfica desde 1969 al 2000, publicado por el Gobierno del Distrito Federal que además de su basta obra gráfica, recopila textos de amigos y colaboradores que manifiestan su admiración al diseñador gráfico y al amigo incansable, siempre comprometido y constante con el quehacer creativo. Así lo describe Xavier Bermúdez:

Palleiro nos presenta, “treinta y tantos años después”, sus frutos convertidos en formas, texturas, líneas y letras que nos permiten apreciar una constancia y dedicación envidiables. Con el corazón en la mano y pensamientos claros en su mente. Palleiro a logrado su propio lenguaje.


Podría decrise del trabajo de Palleiro que es una genial síntesis gráfica de rostros y cuerpos, apremiando el gesto con contrastes de color en plastas y contornos, animales cuya piel y plumaje se traduce en texturas lineales multicolor, un juego constante de formas que siembra y cosecha en un lenguaje gráfico autentico, que se impone a la vista y permanece en el recuerdo. Un recuerdo vivo de tantos niños, (ahora adultos) que tuvieron en sus manos libros de texto ilustrados con seres fantásticos, que los acompañaron en sus primeras lecturas.

Hoy día Carlos Palleiro comparte su experiencia creativa en la labor docente, que lo mantiene en activo aprendizaje y promueve en nuevos talentos, su compromiso con la cultura y el quehacer creativo.

jueves, 17 de febrero de 2011

Amantes de los libros. Un promotor: Juan Domingo Argüelles

Por: Raúl Veladíz García



Lo que persuade a un niño para acercarse a los libros no es la promesa de que lo hará grande e importante en un lejano futuro, sino la recompensa inmediata de hallar en ellos un mundo placentero

Juan Domingo Argüelles es un editor, poeta y ensayista que nació en Quintana Roo, México, en 1958 y quien ha reflexionado mucho en torno a temas como la promoción de la lectura en nuestro país, la manera en que los mexicanos nos acercamos a los libros, nuestros hábitos lectores, qué leemos y ha buscado desmitificar el “estatus” que se brinda a los llamados lectores.

Para empezar, partamos de la idea fundamental de que la lectura debe ser un actividad de disfrute, una actividad libre de obligaciones impuestas. Cuando recordamos como fue aprender a andar en bicicleta, evocamos esa sensación que pocas veces se puede volver a sentir en la vida: vértigo, un poco de independencia (no había que perder de vista a papá, mamá o abuelo), la satisfacción por el dominio de un reto y la apertura de posibilidades infinitas. A una bicicleta nos acercamos naturalmente, nadie nos obligó, la bicicleta simboliza el siguiente paso tras haber aprendido a caminar y correr, aprender era excitante y la recompensa cuando por fin se lograba el equilibrio era inmensa. Si para los niños leer puede ser natural y hasta fácil, ¿porqué acercarse a un libro les resulta tan complejo o sin interés? Una bicicleta es vértigo y velocidad, un libro es una ventana a miles de posibilidades, es libertad. El problema es cómo nos acercan los libros en una edad decisiva. ¿que momentos más placenteros que aquellos libres de obligaciones, de estricta limpieza, de horarios, de antesalas a los lunes? Todo lo que es asociado a esa libertad, al juego, al placer inmediato, es memorable y podemos recurrir a él en cualquier momento que nos plazca. Los libros por el contrario nos son impuestos en la escuela como una obligación insalvable y uno puede llegar a odiarlos de por vida.

En las palabras de Juan Domingo:
"La escuela se ha empeñado en meter en cintura, mediante la recompensa y el castigo de la calificación y lo que ha conseguido con ello son estudiantes que en necesidad de sacar un a materia se aplican y se esfuerzan en afirmar lo que el maestro y la escuela quieren oír, para después despegarse de los libros y la lectura que tantas mortificaciones les dieron."

Argüelles duda del lector como símbolo de estatus y de superioridad, por un lado define a un libro como un mero vehículo de ideas que depende del uso que le dé el mismo lector, un libro automáticamente no nos hace ni mejores, ni peores personas. Es la sensibilización y la capacidad de relacionarse y tolerar a las personas lo importante del acto de leer. Por otra parte, nos propone que el libro no debe ser puesto en un pedestal como el medio por excelencia para la cultura y la información, así el cómic, por ejemplo, es un formato no sólo válido, sino en ciertos contextos, un formato ideal para acercar la literatura a las personas.

En un país como el nuestro con problemas tan arraigados y profundos necesitamos soluciones trascendentes y la educación es una de ellas, pero la educación entendida no sólo como capacitación, sino sensibilización, hacer sentir a un individuo parte de un universo en el que él es relevante. Esto es posible conseguirlo abriendo un espacio de diálogo infinito entre los hombres, espacio que el libro puede mantener y preservar entre personas de todas latitudes, físicas y temporales.

Es de reconocerse la labor que Juan Domingo Argüelles ha realizado desde la parte teórica para el entendimiento de paradigmas y obstáculos en la actividad lectora en nuestro país, pero sobre todo su entusiasta actividad en la que pone en práctica sus ideas para que los libros no solo lleguen a más manos, sino que en aquellas en las que caigan produzcan un verdadero placer.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Amantes de los libros. Una editorial: Era

Por: Alejandra Guerrero Esperón


Con menos de treinta años de edad y ya colaborando en Imprenta Madero, un inquietoVicente Rojo propuso a sus compañeros de trabajo, José Azorín y los hermanos Neus, Jordi y Quico Espresate la creación de una pequeña editorial para aprovechar los tiempos muertos de producción de la ahora afamada imprenta; tras contar con la anuencia de Tomás Espresate, el entonces dueño, nacía ERA (nombre formado con las iniciales de los apellidos Espresate, Rojo y Azorín).

El primer título publicado por la entonces naciente editorial y que perfiló la tendencia que seguiría su catálogo al abordar temas políticos —tan indispensables como polémicos— fue La batalla de Cuba de Fernando Benítez, libro que testimoniaba el progreso que trajo consigo la revolución cubana y cuya publicación en un momento de interrogantes, de movimientos y luchas en el terreno democrático en nuestro propio país, se leía como una declaración de principios de la propia editorial.

Desde sus inicios, Era se interesaría por publicar, además de textos fundamentales sobre temas políticos, títulos de la mayor importancia en múltiples disciplinas: historia, sociología, filosofía, antropología, economía y de vital importancia son sus aportaciones en los terrenos de la literatura y las artes plásticas.

Han tenido el privilegio de publicar a autores noveles que con el tiempo han ocupado lugares fundamentales en la literatura universal como es el caso del Premio Nobel Gabriel García Márquez con El coronel no tiene quien le escriba, el ya legendario libro Paradiso de Lezama Lima, Bajo el volcán de Malcolm Lowry, Aura de Carlos Fuentes, Los indios de México de Fernando Benítez, entre muchos otros.

En el catálogo de ERA conformado por alrededor de 400 títulos, se cuenta con las obras completas del gran escritor José Revueltas, además de parte importante de la obra de José Emilio Pacheco, títulos de autores de la estatura de Octavio Paz, Juan Gelman, Juan Rulfo, Augusto Monterroso, Juan García Ponce, David Huerta, José Joaquín Blanco, Elena Poniatowska, Margo Glantz, el recientemente finado Carlos Monsiváis y un largo etcétera de no menor trascendencia.

Los títulos que han publicado sobre las artes visuales —seguramente impulsados por el propio Rojo—han contribuido en mucho a su valoración y disfrute, tal es el caso de el libro Marcel Duchamp, de Octavio Paz, Diarios, de Paul Klee, los libros sobre la obra de la artista surrealista Remedios Varo, entre varios más.

Han pasado ya 50 años desde la fundación de Era, lo que en sus inicios parecía ser un proyecto modesto, se convirtió con el tiempo en un paradigma de la edición independiente en nuestro país. En esas cinco décadas de existencia, Era se ha mantenido como una editorial pequeña en tamaño, grande en ambición intelectual —siempre por encima de la comercial— y sobre todo como un referente de calidad editorial digno de imitar.

lunes, 14 de febrero de 2011

Amantes de los libros. Una encuadernadora: Martha Romero

Por: Alejandra Guerrero Esperón


Existen ciertas cosas que de tan cotidianas, solemos dar por hecho su existencia y no nos detenemos a pensar en como han llegado hasta nosotros, mucho menos con la vorágine de transformaciones que la tecnología ha traído a nuestras vidas. Los libros se ubican perfectamente en esa categoría de cosas de las que no nos preguntamos su origen, o cuando lo hacemos solemos darle el crédito solo a la parte más obvia de su creación, en este caso a “los autores”. Pero resulta que los libros son mucho más que textos concebidos por mentes privilegiadas que saben dar uso a las palabras. Los libros son artefactos complejos en los que intervienen diversas capacidades, creatividades y afectos no solo del autor, sino de una gama de profesionales igualmente comprometidos en su creación: editores, correctores, diseñadores, ilustradores, tipógrafos, formadores, impresores, y un largo etcétera; muchos de esos involucrados han acompañado al libro a lo largo de su historia y han tenido que adaptarse a su evolución constante; sin embargo existe uno cuyas funciones más trascendentes han dejado de considerarse imprescindibles, al menos para el libro contemporáneo: estamos hablando del encuadernador.

Y no significa que los libros hoy en día no se encuadernen, sino que los procesos para hacerlo —al menos en la abrumadora mayoría de lo que hoy se publica— se han industrializado prácticamente por completo; la esencia de este gran oficio ha quedado relegada a ediciones lujosas, de colección o conservación de libros antiguos.

La tendencia en la producción y el comercio de los libros ha llevado a que cada día sea más escasa la práctica de la encuadernación de calidad; por fortuna aun existen personas interesadas en el oficio, en desempeñarlo con la dignidad y profesionalismo que merece el ser los mayores aliados de que las palabras y los pensamientos se conserven en el tiempo. En México contamos con una encuadernadora en toda la extensión de la palabra: Martha Romero, quien además de ser química farmaco bióloga, estudió encuadernación en la Escuela Nacional de Artes Gráficas, se especializó en restauración de libros en L’instituo per l’arte e il restauro en Italia y actualmente está concluyendo su doctorado en conservación de libros por el Camberwell College en Inglaterra, formación que la ha dotado de un profundo conocimiento del libro, su anatomía, su historia y su preservación, pero sus méritos académicos dicen poco de la labor que con pasión ha ejercido desde hace ya varios años, no solo practicando el arte de la encuadernación magistralmente, sino como formadora de muchas generaciones de encuadernadores y restauradores de libros, que como un ejército de salvación trabajan para prácticamente todas las bibliotecas de nuestro país y ayudan a garantizar el resguardo y conservación de nuestro valioso patrimonio bibliográfico.

Martha ha trabajado para instituciones importantes como la Biblioteca Nacional, la Biblioteca Central de la UNAM y la biblioteca Miguel Lerdo de Tejada, entre otras, su trabajo de encuadernación artística ha sido expuesto en Canadá, España, Suiza y Alemania. Es profesora titular del seminario taller de conservación de material bibliográfico en la ENCRyM, imparte la materia de conservación en el Colegio de Bibliotecología de la UNAM y cuenta con su propio taller “El Maromero” donde generosamente imparte cursos a quien se interese en aprender el oficio de la mano de una verdadera maestra.

jueves, 10 de febrero de 2011

FERIA DEL PALACIO DE MINERÍA Para todo mal un libro y para todo bien también.

Por: Blanca Canseco


Sin duda uno de los eventos más esperados por los amantes e iniciados en la lectura es la Feria Internacional del libro en el Palacio de Minería, que junto a la FIL de Guadalajara son las de mayor tradición en México. El libro como centro de eventos culturales y comerciales tiene su antecedente en Europa, donde se desarrollaron las primeras ferias del libro. A partir de la invención de la imprenta y por ende la producción masiva de libros, el oficio de librero comenzó a tener presencia en los eventos mercantiles a lo largo de toda Europa a finales del Medievo. En aquel entonces la oferta de los libreros estaba centrada en textos clásicos antiguos y religiosos, cuya demanda era principalmente de las clases sociales altas y alfabetizadas. Las primeras ferias no estaban especializadas en ofertar libros exclusivamente, sino que hacían de éste un objeto más de consumo que convivía diversas mercancías como pieles, especias orientales, lazos y telas, seda china, artículos de vidrio, joyas, maderas, caballos y un sin número de objetos de alta calidad y prestigio. México fue el primer país en América en el que se instauró la imprenta y la producción editorial tuvo como una de sus primeras misiones el introducir al libro como un medio de control y difusión de los conocimientos desarrollados en Europa, impartidos al sector privilegiado de nobles y religiosos de la Nueva España a mediados del siglo XVI. Con el tiempo nuevas corrientes de pensamiento surgieron, el libro se diversificó y ganó adeptos en distintos terrenos de la labor intelectual del país, pero no fue hasta la década de los veintes del siglo pasado cuando José Vasconcelos, abogado, político, escritor, educador y filósofo mexicano, llevado por un sentimiento nacionalista, promueve la lectura entre todos los estratos de la sociedad como un medio de alfabetización, y lo lleva a cabo con la creación de escuelas y bibliotecas por gran parte del territorio nacional, como espacios idóneos para el encuentro con la lectura. En 1924 se realiza la primer Feria del Libro en el Palacio de Minería, con el nombre de Feria del Libro y de las Artes Gráficas, planeada “con el propósito de fomentar la lectura y el interés de los editores extranjeros, además de alentar el arte de la imprenta en nuestro país”. Años más tarde y tras un un periodo de remodelación y acondicionamiento que revivieran el estilo neoclásico del Palacio de Minería, se vuelve a realizar una feria en 1947, en el marco de la Segunda Conferencia de la recién creada UNESCO, la Feria del Libro Universitario.
Es hasta 1980 cuando un grupo de ex alumnos de la Facultad e Ingeniería de la UNAM, varias casas editoriales, librerías y autoridades universitarias, decidieron reavivar este proyecto para difundir masivamente las novedades literarias y culturales. La Feria contó entonces con la asistencia de 15 países y 216 casas editoriales; desde entonces cada año se celebra a finales del mes de febrero y principios de marzo. A la par de la exhibición de libros que comprende la participación de diversas editoriales nacionales y extranjeras, se han ido sumando actividades culturales y artísticas, como mesas redondas, presentación de libros y conferencias. La Feria del Libro del Palacio de Minería ha servido a su vez de inspiración para la creación de otras ferias importantes como la Feria del Libro Infantil y Juvenil también en el Distrito Federal y muchas más en diversos estados de la república. El formato de Feria como evento sociocultural es muy adecuado para la idiosincrasia y costumbre de los mexicanos, que gustan de la festividad, de las visitas a plazas y espacios públicos, de los acontecimientos populares y el esparcimiento. Esperemos que la Feria del libro en el Palacio de Minería siga cumpliendo las expectativas de sus visitantes y contribuya en la formación de nuevos lectores que aprecien los buenos títulos, que valoren el cuidado y la preocupación en su edición y diseño, elementos que le dan un valor agregado tan admirado por los amantes de los libros.

Feria del libro en el Palacio de Minería XXXII edición.
Se llevará a cabo del 26 de Febrero al 6 de marzo de 2011.
El Estado de México como entidad invitada.
Entrada General. Lunes a Viernes: 11:00 a 21:00 horas.
Sábados y domingos: 10:00 a 21:00 horas.
Precio de entrada: $15.00 público general.
$10.00 personas de la tercera edad, maestros y estudiantes con credencial y niños menores de 12 años.

Pagína web. http://feria.mineria.unam.mx

martes, 8 de febrero de 2011

Amantes de los libros. Un diseñador: Vicente Rojo

Por: Alejandra Guerrero Esperón


En el gremio del diseño en Mexico decir que se admira el trabajo de Vicente Rojo suele ser un lugar común, incluso resulta difícil pensar en un diseñador más emblemático de la cultura visual de nuestro país; su trayectoria profesional es conocida por un amplísimo número de diseñadores que respetan y valoran su capacidad creadora no solo en diseño, también en el terreno de la pintura, la escultura y la gráfica. Quienes se han interesado en su labor saben de su origen español, de su temprana y continua formación artística, de su llegada a México en 1949 con 17 años de edad, de su colaboración con Miguel Prieto —quien fuera su gran maestro— en la Oficina de Ediciones del INBA, de su trabajo en los Suplementos México en la Cultura del diario Novedades y La Cultura en México de la revista Siempre, también de su participación —ya sea como diseñador, director artístico, colaborador editorial o fundador— en diversas revistas culturales: Revista de la Universidad de México, Artes de México, México en el Arte, Artes Visuales, Revista de Bellas Artes, Vuelta y Plural, entre otras; se conoce la riqueza y diversidad de su trabajo de difusión cultural para la Universidad Nacional Autónoma de México, para Conaculta, para museos y galerías, además de su destacada labor en la dirección artística de Imprenta Madero, de su trabajo para diversas editoriales como Fondo de Cultura Económica, Joaquín Mortiz, Salvat, etc., de la cofundación de empresas editoriales de gran trascendencia como Ediciones Era (que en 2010 cumpló 50 años) y el periódico La Jornada.

Su trabajo de diseño y su obra artística son bastísimos y ambos han merecido ser expuestos en importantes espacios culturales y museos alrededor del mundo con exposiciones retrospectivas (Museo Universitario de Ciencias y Artes, Museo de Arte Carrillo Gil, Museo de Arte Moderno y Klingspor Museum de Francfort) y diversas muestras de sus series: Señales, Negaciones, Recuerdos, México bajo la lluvia, Escenarios y Escrituras. Rojo ha recibido el Premio Nacional de Arte, los premios México de Diseño y el de Excelencia en Diseño. Ha sido designado creador emérito por el Sistema Nacional de Creadores de Arte, es miembro del Colegio Nacional desde 1994 y recibió el Doctorado Honoris Causa por la Universidad Nacional Autónoma de México en 1998.

Por si todo lo anterior fuera poco, Vicente Rojo además de ser un gran diseñador y artista, es un amante de los libros ejemplar. Su vida ha transcurrido rodeada, enriquecida e influida por ellos en todas las formas en que es posible: papel y tinta, letras impresas y letras dibujadas, alfabetos escultóricos y escrituras imaginarias, palabras e imágenes, colores y texturas; libros escritos, libros diseñados, libros de artista, libros objeto, libros personales y libros colaborativos, libros diálogo (entre Rojo y personalidades de la talla de Octavio Paz, José Emilio Pacheco, David Huerta, Álvaro Mutis, Fernando del Paso, Alberto Blanco, Hugo Hiriart, Juan Villoro, entre otros), lecturas personales y lecturas compartidas con las personas que lo han rodeado toda su vida: intelectuales, escritores, editores, poetas, narradores, artistas, diseñadores, tipógrafos, impresores; en suma, toda clase de creadores, de mentes destacadas e inteligencias sensibles que evidentemente han dejado una impronta no solo en la obra, sino en la propia persona de Rojo.

Aunque él mismo asegura haber dejado de ejercer el diseño desde hace más de quince años, en su producción resulta difícil distinguir dónde termina el diseñador y comienza el artista, tal parece que ambas facetas se han enriquecido, confrontado y aveces hasta fusionado en el tiempo.

Por fortuna este hombre de infatigable aliento sigue activo y recientemente hemos podido apreciar la primera parte de su alfabeto primitivo, una serie de 26 esculturas que forman parte de la serie Escrituras, y que una vez más confirman su amor por las letras y las palabras en romance con el arte. A finales de 2010 se ha publicado Puntos suspensivos: escenas de un autorretrato, el libro monográfico que hacía falta sobre la imprescindible obra de Rojo y como una cereza en el pastel Jaque mate, libro publicado por Taller Ditoria es un pequeño volumen en el que Vicente Rojo dialoga gráficamente con las palabras y las preguntas que Roberto Rébora y Marco Perilli (los editores) le sugieren; el resultado es además de la sublime reiteración de su talento, una delicia visual y sensorial como solo él sabe provocar.