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jueves, 26 de agosto de 2010

Amor libro en Dixo / Si las primeras lecturas son nuestros cimientos como lectores, ¿qué pasa si no nacimos en un ambiente propicio para leer?




Alrededor de los libros y la lectura se ha formado una concepción mítica y hasta romántica de lo que implica el acto de leer. Se mira a las primeras lecturas como los cimientos que sustentan nuestra historia y futuro como lectores, se idealizan las anécdotas alrededor de ellas y cada detalle parece adquirir relevancia: el ambiente que nos rodeaba, la manera como llego tal libro a nuestras manos, su forma, los colores de sus tapas, las memorables ilustraciones, nuestras circunstancias al momento de la lectura, en soledad o en compañia, la comodidad y posición de nuestro cuerpo, y por supuesto se hace especial hincapié en los títulos precisos que nos abrieron por primera vez las puertas a ese inmenso mundo oculto tras las tapas de los libros. Es así como conocemos la historia lectora de grandes personajes de la cultura, la literatura, el arte, etc., —un ejemplo emblemático es el de Borges, cuya trayectoria como lector es tan conocida y admirada como su propia obra—; a la distancia del tiempo, cuando volvemos la vista atrás hacia esas vidas nos percatamos de cómo la fortuna, el destino o simplemente la suerte de un contacto temprano y oportuno con los libros pudo contribuir en la formación de sus destacadas personalidades.

Evidentemente es deseable que los libros estén presentes desde el inicio de nuestras vidas y nos acompañen en todas sus etapas. Cuando son parte de nuestra cotidianidad desde la infancia, su disfrute y permanencia se da naturalmente, pero qué sucede cuando esto no ocurre así, qué pasa si no tuvimos la fortuna de nacer en un ambiente propicio para la lectura, cuando nuestra infancia ya pasó y ningún abuelo nos sentó cariñosamente sobre sus rodillas para leernos cuentos y fábulas de hadas, duendes y gigantes o las grandes aventuras de héroes y piratas, si nuestros padres no nos arropaban cada noche y con la lectura de un libro nos llevaban hasta el sueño, o si en nuestro seno familiar no existe el hábito y nuestras primeras lecturas no nos enorgullecen.

Los programas de promoción de lectura no suelen estar dirigidos a personas con este perfil aunque seguramente es el más numeroso entre la población mexicana; hoy día existen muchos esfuerzos en marcha para que las nuevas generaciones —los niños particularmente— desarrollen el gusto por los libros, y algunos con muy buenos resultados, pero bien valdría la pena invitar a todo aquel que quiera disfrutar de los libros sin importar su edad o historia lectora a comenzar sin miedo, sin prejuicios e incluso sin expectativas preconcebidas, pues los libros no discriminan al que se acerca a ellos y para ellos nunca es tarde o temprano, simplemente están ahí para cuando decidamos abrirles un espacio y darles una oportunidad.


http://dixo.com/2010/08/ex-libris-una-demostracion-de-nuestro-amor.php

2 comentarios:

  1. Congratulo y saludo con respeto su proyecto
    pero quizá, los libros no sean quienes discriminan sino tal vez, los autores...
    (recordemos el "posicionamiento" del texto, del autor, del lector, etc. ¿Será que los estudios culturales tienen razón?).

    Por otro lado, cuando el obrero o el hijo del obrero tienen que trabajar para comer antes que leer, las palabras -como dijo Rafael Alberti- no sirven, son palabras.

    un abrazo sincero,

    A.

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  2. Hola Adriana,
    es justamente la idea que hemos querido dar, que los libros NO DISCRIMINAN a nadie, por ello escribimos:

    "los libros no discriminan al que se acerca a ellos y para ellos nunca es tarde o temprano, simplemente están ahí para cuando decidamos abrirles un espacio y darles una oportunidad."

    Sin embargo tampoco creo que los autores sean quienes discriminan a sus lectores (al menos no la mayoría), ellos por el contrario son felices mientras más lectores tienen.

    Evidentemente una persona no alimenta su estomago de libros, pero es cierto que son un alimento para nuestro espíritu, alma o intelecto, que no es algo menor en nuestras vidas.

    gracias por conversar con nosotros y un saludo.

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